17 mar 2012

A walk to remember

Vi con sus ojos. Por primera vez. Lo juro, momentáneamente se me aparecían imágenes que yo nunca había entendido. Hasta hoy. Hasta hace apenas minutos, cuando sucedió.
Sucedió que una vez más visité aquél barrio, aunque esta vez sin su compañía. Es increíble donde nos pone la vida a veces: te sacude de los pies, te da vuelta y tu pelo casi roza el piso, y ahí estás, sin entender porqué todo se ve tan diferente. Vi con sus ojos. Lo juro. Me bajé en la misma parada, caminé las mismas cuadras, y al pasar por la casa de ladrillo me estremecí como quien recuerda un secreto oscuro o el nombre de un libro prohibido. Pero no me detuve. No tenía sentido. Aunque como a una fiera, la conciencia me ató las ganas de asomarme, casi lastimándome el deseo. Esta vez seguí de largo, aunque sólo diez pasos más.
Sucedió que mi hermana eligió un barrio tranquilo para irse a vivir, sin sospechar lo mucho (o lo poco, si se lo mide en tiempo) que a mí me ocurrió en esas calles estilo Tandil. Decía que por primera vez ví con sus ojos. Como si estuviera en mi cuerpo, detrás de mis córneas, conectada directamente a mi cerebro. Imágenes y tardes, y pescaderías y cuadras que no recorrí. Una luz que nunca había visto y un color de sábado tempranero que iluminaba gente, árboles, casas, ocasiones. A metros una parrilla. Un mozo que hizo como si me conociera, cuando yo sólo era quién transportaba esa visión en mis ojos, y no era siquiera habitué. Una familia, bicis, niñitas y globos. Un perro blanco calmo en su paseo diario. Y entonces todo fue más una sensión, es decir una sensación aparecida con el flash de una visión atorbellinada. Y fui bronca de soledad, angustia de calle vacía, grito de ventana pequeña, hambre recortada en tiritas en mi cama. Me tomó desde atrás un retrato en pasado y sus ojos, que ahora fuera de los míos, me miraron profundo y en silencio proyectándose en la luz de un farol de calle cualquiera. Ya anochecía y yo insistí para volver lo antes posible. Dije que estaba cansada... pero en realidad no quería que me atrapara la noche y sus sombras en ese lugar, donde alguna noche, atrapada, besé alguna sombra, bajo algún farol, cerca de algún umbral, despidiéndome cuando todavía creía en algún día siguiente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

fundirse en tu olvido